Nuestro estilo de vida es cada vez más sedentario. A menudo, y desafortunadamente, el trabajo implica moverse poco y estresarse más de la cuenta, lo que afecta a nuestra salud, a nuestros músculos, huesos y nervios.
El daño a un nervio se conoce como mononeuropatía, y se da cuando existe un daño hacia un nervio en concreto. Por otro lado, existen los trastornos sistémicos, es decir, que afectan a todo el cuerpo, como ocurre en la mononeuritis múltiple. Por tanto, el daño del nervio femoral puede estar causado de manera directa o bien indirecta.
¿Qué es el nervio femoral?
El nervio femoral es uno de los más importantes del tronco inferior. Es un nervio mixto que proviene de la columna. Es muy largo y tiene muchas ramificaciones sensitivas. Emerge en el plexo lumbar, atraviesa el psoas y baja por la cadera dando inervación motora a la mayor parte del muslo. Luego, baja por el borde interno de las pantorrillas hasta el dedo gordo del pie. Su rama sensitiva, el nervio safeno, proporciona sensibilidad a la cara frontal y medial de la rodilla, la cara medial de la pierna, el arco del pie y el dedo gordo del pie.
Síntomas de un pinzamiento
Cualquier lesión o compresión de este nervio puede generar dolor o molestias. Necesitamos la ayuda de un profesional que nos ayude a detectar si estas molestias tienen su origen en el nervio femoral o bien vienen derivadas de otros nervios, como el ciático, que tiene un recorrido parecido.
Entre los síntomas más frecuentes destacan:
- Mayor sensibilidad en el muslo, la rodilla o la pierna o bien un entumecimiento u hormigueo de esta zona.
- Debilidad muscular en la zona de la rodilla o la pierna.
- Sensación de hormigueo en el pie.
Por lo general, los síntomas se alivian cuando la cadera se flexiona y se mueve hacia afuera.
Tratamiento y prevención
Como comentábamos el tratamiento dependerá de las causas del pinzamiento, que deberá detectar un profesional que evalúe el caso, ya que puede deberse a un traumatismo, a una presión del nervio prolongada, a retenciones causadas por otras enfermedades que puedan presionar la zona, o incluso a causa de la diabetes.
Una vez detectada la causa, y siguiendo el tratamiento que el médico haya pautado, es importante revisar si algún aspecto de la rutina está causando el problema.
Cambiar los hábitos del día a día puede ayudar a mejorar muchas patologías. Por ejemplo, pasar muchas horas sentado puede causar desequilibrios musculares en la espalda y las caderas, puede inflamar la zona y presionar ciertos nervios, provocando dolor.
Si ya sufrimos de molestias musculares es importante hacer descansos durante nuestra jornada laboral, no solo cambiando la posición sentado o de pie, también manteniendo una postura activa y haciendo estiramientos o caminando siempre que nos sea posible. Para ello, es importante trabajar en un espacio que nos permita movernos sin necesidad de pausar nuestro trabajo.
Recuerda: tu oficina es tu mejor herramienta de trabajo.